
Soy Rochi —o Ro, como me dicen casi todos—.
Terapeuta Ocupacional, Puericultora, bailarina, acroyogui y varias cosas más.
Me encanta ser amiga, pareja, hija, tía, hermana, prima. Desde chica me fascinó el universo de los bebés, los embarazos y las infancias. Pasaba horas jugando a cuidar muñecas, bañarlas y pasearlas; creo que ahí empezó esto de mirar la crianza con tanto amor y respeto. Además, crecí con el ejemplo de mi familia donde siempre hubo lugar para el afecto, los vínculos y la mirada amorosa.
Trabajo todos los días acompañando familias en sus procesos de lactancia y crianza y a bebés, niños y niñas con desafíos en el desarrollo. Me apasiona estudiar, entender el porqué de cada cosa y sostener mi hacer con convicción y sensibilidad. Soy exigente, sí. Me cuesta soltar y no tener el control, confiar en que no todo tiene que estar perfecto para estar bien. Pero aprendo, cada día, que también en la imperfección hay ternura y crecimiento.
Mi fuerte es la empatía, la escucha y la simpleza. Creo que criar, acompañar y jugar pueden ser experiencias más plenas cuando nos damos permiso para estar, mirar y sentir.

Soy Arman
Abogado, papá de Pedro, bailarín en los paseos y cantante en las filas de los supermercados. Me gusta reírme fuerte, improvisar y vivir el momento. Soy de esas personas que combinan razón y ternura, que pueden ser cabeza fría y corazón enorme al mismo tiempo. También soy temperamental, pero aprendí que esa intensidad es la que me empuja a vivir con pasión. Me gusta mucho hablar con desconocidos; esas conversaciones espontáneas me conectan y dan vida. Como papá, soy divertido, muy creativo y juguetón. Cuando juego con Pedri me sumerjo de lleno en su mundo, sin medir tiempo y energía.
Me encanta inventar historias, crear canciones y ver cómo todo cobra vida en su imaginación (y en la mía). Sueño en grande y siempre tengo ideas dando vueltas en la cabeza. A veces me cuesta aterrizarlas y necesito un empujón para pasar del pensamiento a la acción. Pero cuando algo me apasiona, lo doy todo.
Soy sensible y disfruto de las cosas simples: una charla honesta, una tarde de música, un abrazo largo. Creo que la vida tiene sentido cuando lo que hacemos nace del amor, y Úfalo es justamente eso: un proyecto que late con amor, libertad y propósito.
Juntos somos ÚFALO
Somos Ro y Arman, y vivimos en Santa Fe.
Nos conocimos por casualidad —o por destino— sin buscarlo, y desde entonces tejimos la vida juntos. Al poco tiempo, formamos una familia con Pedro y con Ruffi, el perro de Ro. Cuando Pedro se mudó a Buenos Aires con su mamá, nuestras rutinas se transformaron.
Los fines de semana se llenaron de viajes, abrazos esperados y despedidas. En medio de esa distancia, apareció una necesidad profunda: reinventar nuestra forma de vivir para estar más presentes en su infancia y en nuestra vida familiar. Y ahí, ¡pum!, surgió Úfalo. No como una tienda, sino como una manera de estar cerca. De crear algo propio que nos diera libertad y, al mismo tiempo, nos permitiera compartir lo que sabemos y sentimos sobre la crianza.
El nombre viene de un juego que empezó en esos viajes: Pedro y Arman eran leones, y Ro era “la úfalo”, como decía Pedro cuando tenía tres años. Ese juego se volvió símbolo de lo que somos: movimiento, vínculo, ternura, risas y hogar. Úfalo es eso. Nuestro hogar hecho proyecto.
Un espacio donde lo profesional y lo emocional se abrazan para acompañar a otras familias a vivir la crianza con sentido, con libertad y con amor.